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miércoles, 18 de septiembre de 2019

SOLEDAD, AMIGA MÍA.

Mis queridos blogueros/as, ¡cuanto tiempo!, ¿Qué tal habéis pasado el verano? Mucho calor, ¿verdad?, bueno ya va quedando menos para que el verano nos deje (Aleluya!).

Mi verano ha sido muy normal, momentos de parque, momentos de estar en casa y necesitar el aire acondicionado, momentos de estudio, momentos de trabajo y momentos de enfermedad, pues si, lo de ponerte pachucha en verano es horrible, pero así es como he estado.

Gracias a Dios ya estoy mejor.

En este verano no me ha ocurrido nada especialmente trascendente, todo como siempre, en silencio (exceptuando a mi hija cuando hace ruido o habla sin parar.)

Estos días estoy especialmente reflexiva, veo como mi hija crece, ya ha empezado la escuela, y al mismo tiempo veo como yo envejezco por momentos, mi pelo empieza a blanquear, arrugas que ya asoman, ilusiones que se desvanecen.... y pensamientos.... muchos pensamientos, imágenes que regresan a mi mente y experiencias.

Y entre esas experiencias, la que siempre me ha acompañado desde muy niña es la de la soledad, esas situaciones en las que pasas de estar con gente a estar tu solo o sola.

¿ Queréis que os cuente un secreto? Me llevo muy bien con la soledad, tanto es así, que he aprendido desde muy muy chiquita a conformarme con ella, es curioso, he conocido a tantas personas que no podría contarlas ni siquiera con una lista, sin embargo también es curioso que de todas las cientos de personas que he conocido ninguna de ellas descuelgue su teléfono para llamarme o escribirme y preguntarme sencillamente; - Hola Marta, que tal estas?

Es curioso como la gente sencillamente te olvida.... de ahí que la soledad acabe apareciendo y se convierta casi en tu compañera diaria.

Disculpadme si no os parece muy objetivo lo que escribo pero como bien digo, la soledad invita a pensar en el pasado y en el futuro.

En mi caso, la soledad ha sido compañera mía desde pequeñita, en la escuela era la niña que se llevaba bien con todo el mundo mas rara vez me invitaban a algún cumpleaños.

Era la niña a la que dejaban la ultima cuando había que hacer equipos de baloncesto o trabajos escolares. Así que, solía hacer los trabajos escolares yo sola y en cuanto a los equipos de baloncesto o vóley, deseaba que me descalificaran pronto para no tener que jugar con gente que no me quería con ellos. Y así fueron pasando los años... y así fue como he ido salvando mis años de juventud.

Os aseguro que no echo de menos mis años escolares, odiaba cuando llegaba el mes de septiembre, tantos cambios pero siempre la misma soledad, la misma soledad en ciudades distintas.

Hoy os escribo desde la soledad de mi habitación, mientras mi hija duerme tranquila y la noche lo inunda todo.

Me he habituado a pasear sola (excepto cuando mis familiares vienen a verme o cuando alguna amiga me visita), os aseguro que se puede disfrutar mucho de los paseos en solitario.

Recuerdo cuando era niña de unos once o doce años, mi colegio en aquel entonces quedaba lejos de mi ex casa, así que solía tomar un autobús que me dejaba a unos minutos de casa, lo bonito de esto es que cuando llegaba el buen tiempo y los días soleados, me gustaba bajar como tres paradas antes de mi parada habitual simplemente para atravesar un parque que había justo en frente de mi casa e ir escuchando el canto de los gorriones, la suave brisa que acariciaba mis mejillas y disfrutar de la luz del sol entre las hojas de los chopos y sauces llorones. Me encantaba esa sensación de libertad y paz y tranquilidad. En esos momentos deseaba quedarme allí para siempre, en cualquier banquito, solo por tener y disfrutar de esa paz.

Lo cierto es que "admiro" a esas personas a las que continuamente les suena el móvil, las que salen durante toda la noche, las que tienen cumpleaños un día si y otro también, aquellas personas que ves en restaurantes y se juntan tíos, primos, abuelos, padres y hermanos.Que vidas tan movidas, verdad?

Mi vida es mucho mas serena, parques, películas caseras, visitas familiares, acudir semanalmente a mi Iglesia, leer la Biblia, enseñarle las bellas historias bíblicas a mi hija, llevarla a la escuela, cocinar, lectura, trabajo y soledad.

En fin amigas y amigos, estoy convencida de que no soy la única persona en este mundo con una amiga llamada soledad, si salís a la calle veréis cuanta soledad acompaña a mujeres, hombres y niños, a ancianos, a animales desamparados.... nuestra amiga soledad.










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