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domingo, 21 de agosto de 2016

MI EMBARAZO (PARTE V, MI PARTO)

Hola de nuevo amigos y amigas bloguer@s!

Ya después de mas de un mes y medio sin escribir por aquí regreso con las pilas cargadas, tras mi parto y el increíble nacimiento de mi hija, os aseguro que deseaba volver a escribir pues eso significaba que ya todo habría pasado y todo habría ido bien ( como así ha sido)

Bueno, tengo tantas cosas que contaros que no sé por donde empezar... así que, comenzare por relataros como fue el inicio de mi parto.

Pues veréis, todo comenzó el viernes 1 de Julio, yo estaba en casa y la mañana la pase bien, vino mi hermano a verme y estuvo conmigo hasta la una de la tarde, mientras el me acompañaba esa mañana, en un momento dado fui al cuarto de baño y tata tachan! expulse el tapón mucoso....(sí, suena feo y algo asquerosillo ..... pero bueno, así es)

En el hospital te enseñan que la expulsión de ese tapón puede durar varios días, así que, realmente no me preocupé mucho y seguí con mis quehaceres, una vez que se marcho mi hermano empezó a dolerme la espalda en la zona de los riñones... no era un dolor muy fuerte, se podía aguantar bien, lo cierto es que no pensé que fueran dolores de parto pero al rato llego a casa un familiar y me comento que ya eran contracciones.... (no me lo creía, ya había llegado la hora) así que, termine de recoger algunas cosas que me faltaba meter en la maleta y para el Hospital que me llevaron, una vez allí, fui a urgencias y de ahí me llevaron a la sala de monitores para ver las contracciones y el corazón de mi niña, una vez allí y tras mas de media hora en monitores empecé a sentir un dolor intenso que empezaba en la espalda y se desplazaba hacia adelante....

Le pedí a la enfermera si era posible que me suministraran algo para que no me doliera, pues a pesar que era un dolor intenso aun no era un dolor fuerte.

En aquel momento la enfermera trajo una jeringuilla para "intentar" calmar el dolor... y chas! pinchazo al pompis y ale para la habitación en la que me iban a ingresar y permanecería los siguientes seis días.

Nada mas llegar a la habitación el dolor paso de ser intenso a ser extremadamente doloroso ( el calmante que me suministraron no valió de nada) llegó a ser tan doloroso que me caían las lagrimas y suplicaba a mi acompañante que llamara a la enfermera.

Al cabo de unos pocos minutos en los que ya solo suplicaba que me pusieran la epidural llego la celadora con la silla de ruedas para trasladarme a la sala de dilatación, suplicándola que por favor me pusieran lo que fuera pero que me lo pusieran ya!!!!

Así que como pedí la epidural tuve que firmar antes un papelito ( no leí nada de lo que ponía, no estaba como para ponerme a leer) al cabo de unos minutos en los que creo que ya me había oído todo el hospital por mis suplicas a voces llego por fin el anestesista ( según comento la celadora era el mejor anestesista de todo el hospital y que había tenido suerte que en aquel momento él estuviera allí) ( no tuve suerte, Dios hizo que mi niña naciera en el momento en el que él estaba, soy muy afortunada por ello)

Ese hombre tenía manos increíbles, no sentí ningún dolor a la hora de pincharme en la espalda, después del parto no me quedó ningún tipo de secuelas, desde luego doy gracias a Dios porque puso a aquel hombre justo ese día.

Bueno el caso es que un segundo antes de que me pusiera la epidural, el dolor se volvió aun mas terrible y de mi boca salían esas palabras de; - ¡ no puedo! ¡no puedo!
A lo que el anestesista ( un chico joven y muy serio con barba de unos treinta años) me dijo; ¡ sí puedes!....  Lo dijo tan seriamente que me llego al alma, fue como un mensaje divino de Dios animándome a que en aquellos instantes fuera fuerte ante lo que me venía.

Una vez que me pincho, quise darme la vuelta para agradecerle, pero ya no estaba allí, se marcho corriendo, visto y no visto.

La celadora me ayudo a recostarme, cuando quise percatarme mi mano seguía cogida a la de ella, ni siquiera me había dado cuenta de que durante todo el proceso ella me cogía de la mano, lo cierto es que me sentí bien, personas tan atentas y empáticas.

Una vez recostada empezó a calmarse el dolor, se me durmieron las piernas y sentía calma y volví a sentirme bien.

Las contracciones seguían y al cabo de las dos horas ya había dilatado 4 cm. Llego la noche y aun seguía en progreso de dilatación... sobre la una de la madrugada ya había dilatado los 10 cm a los que como mínimo hay que llegar para comenzar a empujar.

Mientras yo estaba en ese proceso, en calma y sin dolores, en las otras salas había un par de mujeres que se ve que no habían querido la epidural y los gritos que emitían daban miedo, parecía como si las estuvieran matando....

Pues bien, llegado el momento entraron los ginecólogos ( una chica y un chico de menos de treinta años pero muy muy profesionales) y me indicaron que empezara a empujar.

Empuje y empuje todo lo que podía cada par de minutos en que la siguiente contracción aparecía.

Bueno amigos y amigas, en la siguiente parte os seguiré contando como siguió la cosa, no os lo perdáis que aun tengo muuucho que contar.

Un saludito de parte de mi niña y mío.




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